Jim Morrison, el dios psicodélico del sexo
Pocos artistas han suscitado tanta controversia como el cantante y compositor de The Doors. Y ninguno ha tenido la importancia suficiente para que tantos escritores y periodistas hayan tenido que recurrir a imaginarios extraños, góticos e imposibles en un esfuerzo por describir la mística que le rodeó. Nosotros lo intentamos recuperando la entrevista que ROLLING STONE le hizo en el año clave de 1969. Por Jerry Hopkins. Foto:Joel Brodsky/Corbis
En el Village Voice, por ejemplo, un cronista dijo que Morrison era el “primer gran sex symboldesde que James Dean muriera y a Marlon Brando le creciera la barriga”; y otro le llamó (en distintas ocasiones) un “tigre de cuero”, un “rey chamán-serpiente” y “el edípico ruiseñor de América”. En la revista Eye le describieron como una “visión demoníaca surgida de las puertas del infierno”, y el autor de un libro sobre The Doors le llamó “el Sexo Mortal, Evangelista puesto de Ácido del rock, algo parecido a un Ángel del Infierno de la ingle”. También el Miami Herald le tildó de “el Rey del Rock Orgásmico” y la poetisa de la prosa, Liza Williams, dijo que era un “bebé torero” y “la barbie suprema”.
Si tantos escritores se han sentido impulsados a tejer tal excepcional cantidad de palabras, los fans de Morrison han llegado mucho más lejos, inventando y difundiendo escandalosas historias con la misma facilidad que The Doors fabricaban éxitos. De creerlas todas, Morrison estaría siempre fumado y/o borracho; sería a la vez un niño angelical en un entorno desafortunado y un sátiro buscando una continua perversión; grosero y con dificultad para expresarse a la vez que educado, considerado y tímido; todos los anteriores y ninguno de ellos. Nuevas historias se contaban cada semana, y en un periodo de más o menos dos años, Jim Morrison llegó a representar a la perfecta súper estrella.
En realidad, muchas de las historias extremas estaban basadas en cuentos de hadas. La semana en la que le entrevisté, por ejemplo, las autoridades prohibieron los conciertos de The Doors en St. Louis y Honolulu por los cargos de alcoholismo y exhibicionismo que pesaban sobre Morrison tras un concierto en Miami – y esa misma semana, Morrison acabó de escribir un guión junto al poeta Michael McClurey firmó un contrato con Simon and Schuster para publicar su propio libro de poemas. Otra de las “raras escenas en la mina de oro” de la vida del cantante (la frase está sacada de una de las canciones de Morrison, The End) ocurrió tras una de las sesiones de esta entrevista, cuando salimos a tomar algo a un local de topless del que Morrison es cliente habitual. Allí Morrison, el dios psicodélico del sexo, se sentó a beber whisky con cerveza mientras chicas de grandes tetas se contoneaban al ritmo de éxitos de The Doors.
A diferencia de la mitología, la música de The Doors no es una “influencia” en el rock, sino un monumento, una fuerza. “La música es tu amigo especial”, cantaba Morrison en The Music’s Over, y para millones de personas la música de The Doors es exactamente eso; de la misma forma que el Sgt. Pepper´s de los Beatles llena a una generación entera de nostalgia, el Light My Fire de The Doorsconsigue la misma sensación. En el punto álgido de la banda, entre 1967-1968, había una estridente urgencia en la música de Morrison. “Queremos el mundo y lo queremos ahora”.
Morrison, al principio, era reacio a que ROLLING STONE le entrevistara, porque creía que la crónica que la revista había publicado sobre su concierto de Miami le había hecho aparecer como un payaso. Finalmente cambió de opinión y en varias sesiones durante más de una semana que se llevaron a cabo en varios de los bares de su barrio, demostró que su mánager Bill Siddons tenía razón cuando dijo:“Jim solía tener un montón de demonios en su interior, pero no creo que los siga teniendo”. En otras palabras, Morrison se ha suavizado, ha madurado. Todos los poetas desean que se les tome en serio, pero muchos también han actuado de formas que parecen contradecir ese deseo.
Nos conocimos en la oficina de The Doors y hablamos en un bar del barrio llamado The Palms. La idea era comer algo con una cerveza, pero el cocinero tenía el día libre, así que al final sólo fue una cerveza. Cuando la grabadora empezó a centrarse en la voz de Morrison, estábamos hablando sobre los Viejos pero Buenos [artistas de la década de los 50], y como todo el mundo (como los Beatles) parecía pedir a gritos a los demás que echaran la vista atrás. Es el country y el blues, eso es. La gente tiene nuevas fuentes de información e ideas que llegaron bastante lejos y de repente se pararon. “Así que ahora la gente está volviendo a estas primitivas formas musicales. Obviamente, habrá una nueva corriente…”.
¿Te refieres a una nueva corriente que una el country y el blues?
No lo sé, tío. Eso es lo que era el rock and roll. Hay muchos otros elementos de los que la gente es consciente ahora, como la música india, la del este, la africana y la electrónica. Seguramente será una corriente muy salvaje. Creo que en este país siempre acabamos volviendo al country y al blues porque son nuestras dos formas de música primarias. ¿Sabes lo que podría pasar? Las grandes mentes musicales que en el pasado hacían música clásica, podrían empezar a trabajar en la música popular.
¿No te parece que haya gente que ya está cambiando hacia la música pop? Van Dyke Parks y…
No he oído nada suyo, así que no puedo opinar. No he oído a nadie que tenga que ver con la música de masas hoy en día… No creo que haya mentes tan poderosas como la de Bach, por ejemplo. No creo que haya grandes compositores trabajando en la actualidad al servicio de la música popular. Gente comoMozart fueron prodigios; escribieron obras maestras desde muy jóvenes. Eso es lo que probablemente pasará: aparecerá algún niño brillante y se hará famoso. Alguien anda por ahí, trabajando en su sótano, inventando una nueva corriente musical. Oiremos sobre ello en un par de años. Sea quien sea, sin embargo, me encantaría que fuera muy famoso, que diera conciertos masivos…
¿Es más difícil fracasar en un gran concierto?
Casi imposible, por la extrema excitación del evento, la masa de gente mezclándose genera un tipo de electricidad que no tiene que ver con la música. Es excitante, pero no es música. Es histeria colectiva.
Recuerdo que una vez me dijiste que el club en el que tocabas noche tras noche te ofrecía la posibilidad de actuar, escribir y crear, algo que no consigues en un concierto…
Cierto. Además, disfruto trabajando. No hay nada más divertido que tocar música para el público. En los ensayos puedes improvisar, pero ése es un tipo de atmósfera muerta. No tienes la reacción del público. Pero en un club con un pequeño público, eres libre para hacer cualquier cosa. Aún sientes la obligación de hacerlo bien, así que no puedes dejarte llevar del todo; hay gente observando. Se crea esa hermosa tensión. Hay libertad y al mismo tiempo está la obligación de tocar bien.
ESPERANDO AL SOL. En la foto, Morrison en Nueva York en el año 1967. “Tenía muchas libretas en el instituto y en la universidad, y cuando dejé de estudiar por alguna estúpida razón (a lo mejor fue algo inteligente), las tiré todas”.
¿Cómo decidiste convertirte en un artista?
Creo que siempre tuve un deseo reprimido por ser algo así desde que oí… desde el nacimiento del rock, que coincidió con mi adolescencia y el comienzo de mi conciencia. Era una excitación real, aunque en aquel momento no me permitía fantasear racionalmente sobre la posibilidad de hacerlo yo mismo. Supongo que estaba acumulando inconscientemente una gran tendencia a ello mientras escuchaba música. Así que, cuando finalmente sucedió, mi subconsciente estaba preparado para ello. Nunca había cantado antes. Nunca se me ocurrió. Creía que iba a ser escritor o sociólogo, tal vez dramaturgo. En las cinco o seis primeras canciones que escribí, simplemente estaba tomando apuntes de un concierto que sucedía en mi cabeza. Y una vez hube escrito las letras, tuve que cantarlas.
¿Cuándo pasó?
Hace tres años. No tenía grupo ni nada parecido. Acababa de salir de la universidad y bajé a la playa. No estaba haciendo nada en particular. Era libre por primera vez. Había asistido a clase, constantemente, durante 15 años. Era un hermoso y caluroso verano y empecé a oír canciones. Creo que aún tengo la libreta en la que anoté esas canciones. Me encantaría intentar reproducirlas en alguna ocasión, reproducir lo que oí en la playa aquel día.
¿Alguna vez habías tocado algún instrumento?
De niño intenté tocar el piano, pero no tenía la disciplina necesaria.
Y ahora, ¿tienes ganas de tocar algún instrumento?
La verdad es que no. Toco las maracas. Puedo tocar alguna canción al piano. Sólo son mis propios inventos, no es música de verdad; es ruido. Me gustaría ser capaz de tocar la guitarra, pero no lo siento de verdad. [Pausa]. ¿Tú tocas alguno?
No…
Leí el libro que escribiste, The Hippie Papers (1968). Tenía varios artículos buenos. He pensado en escribir para la prensa underground, porque no conozco ningún otro sitio en el que puedas tener una idea un día y verla impresa casi inmediatamente. Me encantaría tener una columna en la prensa underground. Sólo contando las cosas que veo. No ficción, sino información. Supongo que tengo miedo de desperdiciar buenas ideas en el periodismo. Si pudiera guardármelas en la cabeza el tiempo suficiente, tal vez podrían convertirse en algo. Aunque ha habido muy buenos escritores que también eran periodistas: Dickens, Dostoyevski y, por supuesto, Mailer, que es un periodista contemporáneo. Y es brillante. An American Dream es probablemente una de las mejores novelas de la última década. Muchas obras, y muy buenas, fueron inicialmente concebidas para periódicos y revistas, de la misma forma que mucha de la música es concebida para discos. Es una forma de arte de rápida caducidad. Por eso me gusta la poesía, porque es eterna. Ninguna otra cosa puede sobrevivir al holocausto, salvo las canciones y la poesía. Nadie puede recordar una novela entera. Nadie puede describir una película, una escultura o una pintura. Pero mientras el ser humano exista, las canciones y la poesía seguirán existiendo.
¿Cuándo comenzaste a escribir poesía?
Creo que en quinto o sexto curso escribí un poema que se llamaba The Pony Express. Era un poema estilo balada. Nunca conseguí acabarlo. Siempre quise escribir, pero siempre supuse que no sería nada bueno a menos que la mano cogiera el lápiz por sí misma y se moviera sin que yo tuviera nada que ver con ello. Como en la escritura automática. Pero eso nunca sucedió. Escribí varios poemas, claro. Tenía muchas libretas en el instituto y en la universidad, y cuando dejé de estudiar por alguna estúpida razón (a lo mejor fue algo inteligente), las tiré todas. No hay nada que se me ocurra que me gustaría tener ahora mismo más que aquellas libretas. He estado pensando en la hipnosis o en tomar pentotal sódico [barbitúrico conocido como ‘suero de la verdad’], para recordar. Pero tal vez, si no las hubiera tirado, nunca habría escrito nada propio, porque en su mayor parte eran como citas de libros. Creo que si no me hubiera deshecho de ellas, nunca habría sido libre.
¿Hay canciones que te parezcan mejores?
A decir verdad no las escucho apenas. Hay canciones que disfruto haciendo más que otras. Me gusta empezar un blues y esperar a ver dónde nos lleva.
Hace poco dijiste que creías que el rock había muerto. ¿Es algo que crees de verdad?
Es lo mismo que lo que hablábamos antes sobre el retorno a las raíces. Lo que solían llamar rock ha muerto, se convirtió en algo decadente. Y luego surgió un revival del rock desde Inglaterra. Y llegó muy lejos. Estaba bien articulado. Entonces tomó conciencia de sí mismo, algo que para mí es el principio de la muerte. Al tomar conciencia de sí mismo, involucionó y se convirtió en algo incestuoso. La energía se acabó, igual que la fe en él. Creo que para que cualquier generación se afirme como una entidad humana consciente, ha de romper con el pasado, así que obviamente, los chicos que vienen detrás no van a tener mucho en común con nosotros. Van a crear su propio y único sonido. Las guerras y ciclos económicos también juegan su papel. El rock surgió tras la guerra de Corea, se trataba de una purga psicológica. Parecía existir una necesidad de una explosión underground, algo parecido a una erupción. Así que tal vez cuando acabe la guerra de Vietnam surgirá de nuevo la necesidad de que la fuerza de la vida se exprese, se afirme.
¿Crees que formarás parte de ello?
Sí, pero para entonces estaré haciendo otras cosas. Es difícil de decir. A lo mejor seré un ejecutivo de una gran multinacional.
¿Cómo te ves a ti mismo? ¿Como un poeta? ¿Una estrella del rock?
No tengo muchas reacciones de los demás, salvo por lo que leo en la prensa. Me gusta leer las cosas que se escriben sobre ello. Ésas son las únicas ocasiones en las que puedo ver las opiniones sobre todo esto. Vivir en L. A. no es muy difícil. Es una ciudad anónima, y yo vivo una vida anónima. Nuestro grupo nunca se llegó a convertir en masivo como otros. Nunca hubo ese tipo de adulación popular. Supongo que me veo a mí mismo como un artista consciente que persevera en el día a día, que asimila información. Me encantaría tener una obra de teatro para mí. Eso me interesa mucho ahora.
¿Cómo reaccionas ante las cosas que se escriben sobre ti?
Por ejemplo: ¿hay algo peor que una mala foto? Una fotografía puede hacer que una persona parezca un santo, un idiota, alguien malvado o alguien sin entidad. Parte de ello está en la suerte, y parte en la malicia del fotógrafo. Y gran parte de ello tiene que ver con la idolatría. Una mala fotografía puede ocasionarte momentos de verdadera desorientación mental. Tú sabes que ése de la foto no eres tú, pero alguien ha decidido que aparezcas así.
“Lo que sucede en los conciertos masivos es excitante pero no musical: es histeria colectiva. La masa de gente mezclándose genera un tipo de electricidad que no es música”
Algo que te han preguntado ya muchas veces: ¿te ves a ti mismo convertido en una figura política? Hay una cita tuya en la que describes a The Doors como “políticos eróticos”.
Eso fue sólo una forma de hacer notar que siempre he sido consciente de los medios nacionales desde mi adolescencia. Siempre había periódicos en casa, y empecé a leerlos. Así que gradualmente me fui haciendo consciente, por ósmosis, de su estilo, de sus puntos de vista en cuanto a la realidad. Cuando me introduje en el mundo de la música, estaba interesado en asegurarme un lugar en ese mundo, así que fui tocando varias teclas, e instintivamente sabía cuáles funcionaban. Los medios buscaban frases ingeniosas y citas que pudieran resaltar, algo en lo que basar un artículo para obtener una respuesta inmediata.
Manipulaste deliberadamente a los medios, ¿verdad? Me sugiere dos preguntas. ¿Por qué escogiste esa expresión sobre otras? ¿Crees que es fácil manipular a los medios?
No sé si es fácil, porque puede volverse contra ti. Además, simplemente contesté a la pregunta de un periodista. A partir de entonces, mucha gente la ha recogido –esa frase– convirtiéndola en algo más duro. Yo sólo sabía que el tipo acabaría usándola y cómo quedaría la entrevista publicada. Creo que es más difícil manipular a la televisión o al cine que a la prensa. Me ha resultado sencillo conseguirlo con la prensa, porque me inclino a la escritura, entiendo la escritura y la mente de los escritores; tratamos con el mismo medio, la palabra escrita. Pero la televisión y el cine son más complicados, y aún estoy aprendiendo. Ya voy relajándome un poco más cada vez que salgo en televisión, y voy sintiéndome más capaz de comunicarme abiertamente y controlarlo.
¿Explica esto tu fascinación por el cine?
Me interesa el cine porque para mí es la aproximación artística que más se acerca al flujo de la conciencia, tanto en el mundo de los sueños como en nuestra percepción diaria del mundo.
Cada vez te introduces más en el cine…
Sí, pero sólo hay una obra que hayamos completado, Feast of Friends [documental dirigido y producido por los propios miembros de The Doors en 1970] que hicimos al final de un renacimiento cultural y espiritual que ya ha acabado. Era como lo que sucedió en Europa al final de la peste que acabó con la mitad de la población. La gente bailaba, vestía con ropas coloridas. Era una especie de increíble primavera. Volverá a suceder, pero por ahora se acabó y la película se hizo justo antes de que acabara.
¿Cuánto hay de ti en Feast of friends? Aparte de lo que se puede ver, ¿hasta donde llegó tu participación?
En su concepción, un pequeño equipo nos iba a seguir durante tres o cuatro meses en un montón de conciertos, acabando en el Hollywood Bowl (verano de 1968). Entonces fuimos a tocar a Europa y mientras estábamos allí, Frank Lisciandro y Paul Ferrara, el editor y el fotógrafo, empezaron a hacer el montaje. Al volver, vimos el primer montaje y se lo enseñamos a varias personas. No le gustó mucho a nadie y mucha gente estaba dispuesta a abandonar el proyecto. Yo casi era de la misma opinión. Pero Frank y Paul querían una oportunidad, así que se la dimos. Yo trabaje con ellos puliéndola y editándola, creo que conseguimos sacar de ahí una película interesante. Me alegro de que acabáramos haciéndola. Creo que es una película atemporal. La primera vez que vi la película me desconcertó, porque el hecho de estar en el escenario y ser una de las figuras centrales en la película me hacía ver las cosas solamente desde mi punto de vista personal. Luego, vi una serie de circunstancias sobre las que creía que tenía el control. Me di cuenta de que yo era simplemente una marioneta manejada por muchas fuerzas. Fue algo espantoso.
LA SUAVE PARADA. Jim Morrison, su novia Pamela Courson y un can en las colinas de Hollywood durante el año 1969, la misma época en la que tuvo lugar esta entrevista. |
Cuando compones, ¿eres capaz de diferenciar un poema, algo para publicar… de una canción, que va a ser cantada?
Para mí, la canción viene con la música, sólo un sonido o el ritmo primero, luego hago las letras lo más rápido que puedo para capturar el sentimiento, hasta que música y letra se componen casi simultáneamente. Un poema no necesita ningún tipo de música…
En los primeros tres discos, en los créditos aparece el nombre de la banda como autores de los temas. En este disco es la primera vez que aparece un listado de autores individuales.
Al principio yo componía casi todos los temas, las letras y la música. En los siguientes discos, Robbie colaboró en más canciones. Hasta que al final, en este disco, ha sido un trabajo de todos. Tenemos una visión de la realidad muy diferente, y diferentes cosas que decir. Así que me pareció que éste era el momento. Somos una sociedad, ¿ves? Artística y financieramente. Lo compartimos todo a partes iguales. Al principio, muchas cosas se hacían por el bien de la unidad, para mantenernos juntos. Ahora que la unidad no se encuentra tan amenazada, pensé que era el momento para que la gente supiera quién dice qué. Al principio muchas de las canciones empezaban con una idea primitiva mía o de Robbie, palabra y melodía. Pero el resto de los arreglos y la composición del tema se iba haciendo noche tras noche, día tras día, en los ensayos o en los clubes. Cuando nos convertimos en un grupo de directo, de disco, y cuando firmamos un contrato para ofrecer x discos por año, x singles cada seis meses, aquel proceso natural y espontáneo dejó de tener el espacio necesario para que sucediera igual.
¿Crees que los discos se resintieron por eso?
Sí. Nuestro primer disco, que le gusta a mucha gente, tiene un ambiente unitario. Tiene una particular intensidad, porque fue el primer disco que grabamos. Y lo hicimos en un par de semanas. Eso es todo el tiempo que requirió hacerlo. Lo grabamos después de un año de tocarlo entero una y otra noche. Nos sentíamos frescos e intensos juntos.
Dijiste que el primer disco fue muy fácil…
Rápido. Empezamos casi inmediatamente, y algunos de los temas sólo los grabamos en tres tomas. Hacíamos varias tomas sólo para asegurarnos de que no podíamos hacer una mejor. También es cierto que con el primer disco no querían gastar demasiado. Tampoco el grupo, porque los grupos pagaban por las producciones de los discos. Así que por razones económicas y porque estábamos listos, fue una grabación muy rápida.
¿Los discos posteriores fueron difíciles?
Más difíciles y más caros. Pero es algo natural. Cuando generas un millón de dólares con cada disco, te lo puedes permitir. Aunque no siempre es el mejor camino.
He estado dudando si plantear el tema, porque se ha sacado mucho de quicio, y también quiero conocer tu reacción a todo eso además de la verdad en todo ello… la sección edípica en ‘The End’. ¿Qué significa para ti este tema?
Vamos a ver… Edipo es un mito griego. Sófocles lo escribió. No sé quién lo hizo antes que él. Trata sobre un hombre que sin saberlo mata a su padre y se casa con su madre. Sí, diría que hay una similitud. Pero para ser sincero, cada vez que escucho el tema, encuentro otro significado para mí: urgió como canción de despedida.
¿Despedida para quién, o para qué?
Probablemente para una chica, pero también creo que puede ser la despedida a la niñez. La verdad es que no lo sé. No me importa lo que los críticos escriban sobre ello, pero algo que me sorprendió… Fui al cine una noche en Westwood y estaba en una librería y una chica muy atractiva e inteligente –consciente y abierta – me reconoció y vino a saludarme. Y me estaba hablando de esa canción en particular. Había salido, durante una hora más o menos, del Instituto de Neuropsiquiatría de UCLA. Parece ser que había sido alumna allí y perdió el control con drogas duras o algo parecido. Y alguien la ingresó allí. Resumiendo, me dijo que la canción era la favorita de los pacientes. No había caído en que la gente se toma las canciones tan en serio y me hizo pensar en si debía considerar las consecuencias. Algo que es bastante ridículo, porque no se puede pensar en ello.
En tus primeras biografías, se dice que tus padres están muertos; aunque tu familia está muy viva. ¿Por qué esa antigua leyenda?
No quería que se viesen envueltos en todo esto. Es muy fácil averiguar detalles personales si lo intentas. Cuando nacemos, nos toman a todos las huellas digitales. Supongo que dije que mis padres estaban muertos como una broma. También tengo un hermano, pero no le he visto desde hace un año. No les veo mucho a ninguno. Esto es lo máximo que he hablado nunca de ellos.
“Si no hubiera policías, ¿habría intentado alguien subirse al escenario? El único incentivo es que hay una barrera. Sin incentivo, no hay escenario”
Volviendo a tu película, algunas partes del metraje son increíbles, como la del público empujando al artista.
Parece mucho más excitante de lo que es en realidad. El cine lo comprime todo. Empaqueta toda esa energía. Me gusta llegar a los límites de la realidad. Siento curiosidad por ver qué pasa.
¿Y qué hacías para comprobar los límites?
Llevar la situación tan lejos como podía llegar.
¿Y no sentiste que se te escapaba de las manos?
Nunca.
¿Ni siquiera en tu película, cuando aparecen policías tirando a chavales fuera del escenario tan pronto como se subían a él?
Tienes que verlo de forma lógica. Si no hubiera policías allí, ¿habría intentado alguien subirse al escenario? Cuando se suben al escenario, son muy pacíficos. No van a hacer nada. El único incentivo para alcanzar el escenario es que hay una barrera. Sin incentivo, no hay escenario. Piensa en los conciertos gratuitos en los parques. No hay acción, no hay reacción. Si no hay estímulo, no hay respuesta. Pero es interesante, porque los chavales tienen la posibilidad de probar a la policía.
Hay un montón de ciudades en las que fuiste arrestado. En New Haven fue por obscenidad.
Una persona va andando por una calle concurrida y, de repente, sin ninguna explicación, se quita la ropa y sigue andando. Creo que puedes hacer cualquier cosa que esté en armonía con las fuerzas del universo, la naturaleza, la sociedad, lo que sea. Si por algún motivo estás en otro plano diferente a la gente que te rodea, vas a herir la sensibilidad de todo el mundo. Y entonces se apartan te despellejan. Así que, simplemente, llegué demasiado lejos, o la gente estaba en otro lugar distinto al nuestro y no conectamos.
Normalmente llevas una cruz. ¿Eres católico?
La religión es como la filosofía, eso a lo que dedicas la mayor parte de tu tiempo. Podría tratarse de una mujer. O de una droga. O del alcohol. El dinero. La literatura. Creo que la religión es eso en lo que piensas y a lo que dedicas tus esfuerzos. Yo estoy enganchado al juego del arte y la literatura, mis héroes son artistas y escritores.
¿Quién te descubrió la poesía?
Supongo que la misma persona que me enseñó a hablar, a conversar. En serio. Supongo que fue la primera vez que aprendí a hablar. Hasta que surgió el lenguaje, sólo había tacto.
¿Qué piensas de los periodistas?
Yo podría haber sido periodista. Creo que la entrevista es la nueva forma del arte. Creo que la auto-entrevista es la esencia de la creatividad. Te haces preguntas a ti mismo y tratas de encontrar respuestas. El escritor sólo está contestando una serie de preguntas no pronunciadas.
En un par de ocasiones has dicho que habías conseguido manipular a la prensa. ¿Cuánto de esta entrevista ha sido manipulado?
Nunca puedes evitar pensar que cualquier cosa que digas puede aparecer publicada alguna vez, así que siempre tienes esa idea en tu mente.
¿Hay algún otro aspecto del que quieras hablar?
¿Qué tal… sobre el alcohol? Sólo una pequeña charla. Nada largo. ¿El alcohol en oposición a las drogas?
Vale. Tienes fama de ser un gran bebedor.
Sólo a un nivel primario, me encanta beber. No concibo lo de beber sólo agua, leche o Coca-Cola. Es echarlo todo a perder. Hay que beber vino o cerveza para que una comida sea completa. [Pausa larga]
¿Eso es todo lo que tienes que decir? (Risas)
Cuando te emborrachas, controlas hasta cierto punto. Es tu elección, cada vez que bebes un trago. Siempre hay que estar tomando pequeñas decisiones. Es como… supongo que es la diferencia entre el suicidio y una lenta capitulación.
¿Qué quieres decir?
No sé, tío. ¿Por qué no vamos aquí al lado y pedimos un trago?
Jim Morrison falleció el 3 de julio de 1971 a la edad de 27 años. "De acuerdo con su propio espíritu" se lee, en griego clásico, en el epitafio de su tumba.
Fuente: Rollingstone.es