Charly García presentó en el Luna 60 x 60 con un show rockero, nostálgico y contundente. |
La primera imagen que se refleja sobre las pantallas del escenario es casi icónica: Charly García recostado sobre un sillón, respondiendo preguntas en plena etapa de caos mientras marea un micrófono ante la tibia arremetida de Dolores Barreiro, por ese entonces conductora de El Rayo. En esta caso, Charly habla con pasión de Marilyn Manson y Manson, desde algún lugar del planeta, también le responde; juntos hablan por teléfono y se devuelven gentilezas. Pero, ¿cómo se explica esta apertura en la primera de las tres fechas que García tiene en el Luna Park para presentar oficialmente en el país su box-set 60 x 60? La respuesta llega segundos más tarde cuando esa admiración sostenida por el músico americano lo pone en escena con la cara pintada de blanco, labios color rojo sangre y sus largos brazos estirando los cuernos al cielo sobre la base de "Rock and roll yo". Frente a un Palacio de los deportes a punto de llenar, Charly se planta así, micrófono en mano, frente a su parada más ambiciosa tras aquella larga seguidilla de pruebas de fuego que supuso el regreso a los escenarios. "Ensayamos mucho y creemos que va a ser nuestro mejor recital hasta el momento", avisa de entrada, convencido. "Le daremos nuestro corazón, ojalá que los latidos sean suyos. ¡Say no more!".
Con una puesta en escena sostenida sobre efectos de luces, telas brillantes y varias pantallas distribuidas a lo largo del escenario, Charly García sigue contando con equipo de sobra: The Prostitution, su backingband, es un batallón de guardapolvo y brazalete SNM dispuesto a convertir en ley los caprichos de su comandante, figura que se va acomodando poco a poco a esta especie de celebración constante. Porque, tras una versión mix de "Tango en segunda" y "El amor espera", "Yendo de la cama al living" y "Plateado sobre plateado", empiezan las sorpresas. "Lo esperábamos a Nito Mestre pero no pu...", corta Charly sorprendido "¡¿Viniste entre el público vos que sos una estrella?! ¡Subí!", le ordena a la otra mitad de Sui Géneris que ya había pasado largo rato posando ante un pelotón de cámaras y celulares. Juntos, a 37 años de la despedida del dúo bajo este mismo techo, se cargan "Instituciones", canción que abre Pequeñas anécdotas... -el propio The Wall que lanzaron en 1974- para finalmente apretarse en un abrazo de sangre.
Y como todo en esta noche, las cosas van de menor a mayor. Mientras el sonido cuadrafónico se ajusta a las inclemencias del lugar y García suelta progresivamente la lengua y el cuerpo, dedica "Rezo por vos" a Gustavo Cerati que se hace presente desde las pantallas. Después juega con un teléfono de juguete para abrir "Promesas sobre el bidet" y sostener desde el piano de cola una soberbia versión de ese "tanguito moderno" titulado "Canción de 2 x 3" a dúo con Rosario Ortega, el contrapunto cada vez más sólido y sensual que encontró Charly para equilibrar su voz; y antes del intervalo, sacude con dos gemas del peso de "Anhedonia" y "Asesiname" para dejar la bandeja caliente y el estadio a punto.
Para el regreso, hay más sorpresas. "Es un hermano que compartió casas conmigo", dice ahora para abrirle paso a David Lebon, co-fundador de Serú Giran. "Qué estrella que es, ¿no?", pregunta Charly mientras su invitado se acomoda la viola después de hacerlo esperar un rato considerable. "Por eso disolvimos Serú", bromea. Primero es "Sueltate rock and roll" y más tarde "Seminare", uno de los temas más coreados de la noche que exaltan la emoción de un García siempre agradecido.
Entre "Fanky", "Piano bar", con la extensa figura de Fernando Samalea que va del bandoneón al vibráfono sin escalas -¡para terminar golpeando maniquíes!-, Charly presenta una de sus nuevas canciones. En realidad se trata de su propia lectura de un tema de Television aunque, según él, con "una inspiración de Marilyn Manson". Sosteniendo su guitarra y yendo al frente llamativamente suelto, García ya está a punto. "¡Prendé el equipo, paparulo!", pide a uno de sus asistentes antes de empezar con "Venus". Minutos más tarde, le encaja un beso húmedo y apasionado al Negro García López durante su sólo de guitarra en "Cerca de la revolución", solicita aplausos a su manera ("¡Soy Moria Casán!"), menciona con gracia a Calamaro o ruega antes de cantar "Eiti Leda": "Díganle a sus amigos que no estoy loco". En fín, García está de vuelta.
Sobre el final, ante un Luna Park rendido después de algo más de dos horas de show, Charly toma por completo el control. Invierte la lista de temas a gusto y dirige al "señor teleprompter" para cerrar en picada con "Demoliendo hoteles", una aguerrida versión de "Los dinosaurios" cruzada con "No toquen", y "Me siento mucho más fuerte". Uno de sus mejores shows en años ya estaba impreso en la retina de más de 3000 fanáticos. "Como personas y como músicos les damos muchas gracias", fue lo último que dijo antes de perderse en las sombras. "Que Dios los bendiga, si es que existe".
Fuente: rocknoticias.com.ar