WADE MICHAEL PAGE, RESPONSABLE DEL ATAQUE A TEMPLO DE COMUNIDAD SIJ, PERTENECÍA A ESTA SUBCULTURA. |
Se tatúan esvásticas, se afeitan la cabeza y en muchos casos empuñan pistolas, pero para supremacistas blancos como Wade Michael Page, que abrió fuego en un templo sij de EE. UU el pasado cinco de agosto, una guitarra, un micrófono y una oculta red de difusión son la principal vía de expresión.
Page era un exmilitar que una mañana decidió presentarse en un templo sij de Oak Creek (Wisconsin, en Estados Unidos) para matar a seis personas y herir a otras tres antes de suicidarse.
Pero antes de este tiroteo Page era un músico, un letrista y un guitarrista motivado por una subcultura dirigida a la rabia.
Él tocaba en una banda racista de cabezas rapadas, un subgénero musical con raíces en el punk y el heavy metal.
Según la organización estadounidense de derechos humanos Southern Poverty Law Center (SPLC), era el bajista de la banda ‘End Apathy’ (Termina con la apatía), descrita como un trío racista blanco. Antes tocaba en otra, llamada ‘Definite Hate’ (Odio definitivo).
"La música es un comentario triste sobre nuestra sociedad enferma y los problemas que impiden el progreso verdadero", decía la página del grupo en MySpace, cancelada a raíz de la matanza en Oak Creek.
‘End Apathy’ tocaba canciones con títulos como ‘Self Destruct’ (Autodestrucción) y ‘Submission’ (Sumisión).
"Hay todo un submundo de grupos racistas que la población desconoce. La música es su método de reclutamiento más importante, mucho más que cualquier otro factor", dijo a ‘Los Ángeles Times’ el experto Mark Potok del Southern Poverty Law Center, un grupo que supervisa el extremismo y que vigilaba a Page desde hace años.
En EE. UU. hay entre cien y 150 grupos que hacen apología de la supremacía blanca, según la Liga de Antidifamación (ADL), que vigila la evolución de esa ideología.
Este fenómeno "comenzó en la Inglaterra de fines de la década de 1960 con los 'skinheads' (cabezas rapadas), en un principio no asociados a la 'Hate Music' (música de odio)", explicó a ‘BBC Mundo ’Marc Potok, editor de la revista investigativa del SPLC.
"El movimiento neonazi organizó partes de los skinheads y les dio el tinte racista, con la etiqueta del rock contra el comunismo", señala Potok.
Según Potok, un sector de la música punk "se infectó" para crear música racista. "Fue una acción muy efectiva, al atraer a jóvenes de 17, 18 y 19 años a grupos supremacistas blancos de odio", dice.
"Muchas de las bandas de música de odio tocan al ;estilo heavy metal hay un subgénero llamado 'metal negro nacional socialista', con letras casi ininteligibles porque no cantan sino gritan".
Son bandas que pueden nacer en garajes, como cualquier otra, pero su evolución implica anuncios escondidos en foros de Internet, descargas en redes poco transitadas e invitaciones a conciertos que muchas veces se envían por mensajes de texto, según ADL.
"Primero te piden que contactes a alguien, y si no les haces sospechar nada te dirán que viajes a una gasolinera, por ejemplo. Allí te encuentras con tres hombres altos e intimidantes. Si ellos te dan luz verde, tendrás la dirección del concierto", dijo Aaron Flanagan, del Centro para una Nueva Comunidad.
Muchos de los conciertos se reservan "bajo premisas completamente falsas", como una fiesta de cumpleaños o una recepción de boda, y las salas pueden "no darse cuenta de lo que están acogiendo hasta que aparece la gente", explicó Flanagan.
Page sacó discos que promocionaba a través de foros de Internet que, a su vez, se convirtieron en plataformas en las que incitaba a otros a luchar para "asegurar la existencia y el futuro de los niños blancos", como escribió en uno de los foros.
La que fuera su compañía discográfica, ‘Label 56’, retiró todo el material relacionado con el autor del tiroteo de su web y pidió, en un comunicado, que "no se tome lo que hizo Page como honorable o respetable, y no se piense que todos somos así".
Brian Levin, director del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo, de la Universidad Estatal de California en San Bernardino, explicó también a ‘BBC Mundo’ que " los reclutados por grupos de odio son los más vulnerables".
Ese tipo de música atrae, entre otros, a jóvenes rebeldes, socialmente aislados, intimidados en el colegio o deprimidos, porque vienen de familias disueltas, señala Levin.
"Los más vulnerables son los que tienen miedo o ira", agrega, así como aquellos “que sienten que no tienen una participación equitativa como blancos ante la gente de color y desean tomar el control".
No obstante, las acciones del exmilitar no han echado atrás a defensores del género como Byron Calvert, un productor de varios grupos del estilo que niega que su "forma de arte" sea responsable del tiroteo de Wisconsin.
"Los negros siempre rapean sobre matar a gente blanca, y nadie se queja de eso", dijo al ‘Washington Post’ Calvert, quien asegura que su música apela a "gente que está cansada de que les obliguen a tragar el multiculturalismo, cansada de que les fuercen a sentirse culpables por la esclavitud del pasado".
Quizá huyendo de Europa, donde el discurso neonazi está en general prohibido, la música que exalta la raza blanca encontró un nicho en el Estados Unidos de finales de los 1970 y sus leyes de libre expresión, y comenzó a desplegar la apología con mensajes explícitos, pero también con otros más sutiles.
Sus seguidores pueden imaginarse como hombres con cabezas rapadas y enormes tatuajes, pero según Calvert, entre ellos están también "el capitán del equipo de fútbol local, las animadoras, chicos normales del extrarradio".
Hacer que esos chicos escuchen su discurso es más fácil si viene "empaquetado para apuntar a los sentimientos", si les permite "acceder a su angustia" a través de unas guitarras desenfrenadas y letras combativas, para Flanagan.
"Lo más peligroso de todo es la música", coincide el exsupremacista blanco Christian Piccolini, que dejó el movimiento para fundar la ONG Life After Hate.
"No es la organización: es el mensaje de la música. La música en general puede crear un impulso emocional, y los 'skinheads' entendieron eso muy bien", dijo al diario ‘Christian Science Monitor’.
Acompañados o no de acordes, personas de extrema derecha como Page han matado a al menos quince personas en EE. UU. desde el 2002, una cifra no muy inferior a los 17 asesinados por militantes afiliados a Al Qaeda, según la Fundación para la Nueva América.
Aunque los expertos coinciden en asegurar que el alcance de este tipo de música y de ideología es limitado, debido a que los jóvenes de hoy en día son más tolerantes que nunca, este tiroteo, sumado a otros recientes, como el que se presentó en el estreno de una película de Batman, ha obligado a que se abra un debate en Estados Unidos sobre las leyes de posesión de armas, pero también a que se analicen las ideologías racistas que pueden estar detrás de estos atentados.
Fuente: eltiempo.com